El fantasma madrugador

Tomada de “Experiencias en lo increíble pero cierto”. Otoño del 98. De la Profesora Constantina Parra Rogél.

Corría el año de 1942 cuando mis padres decidieron dejar nuestro pueblo; llegando a Iguala, nos dio alojamiento mi abuelita, que vivía en el barrio de Juanacate, en la vecindad de don Pedro Ramírez; frente a ésta vivía una señora que lavaba ropa en la laguna de Tuxpan, por lo que salía muy temprano y regresaba ya muy tarde; no hablaba con nadie y llegando empezaba a decir y maldecir por supuestas averías que le habían hecho los vecinos en su ausencia; decía que tenia un hijo que trabajaba de ayudante en un camión de carga, pero yo nunca lo vi. 

Una tarde llegó una carroza, el hijo de la señora había muerto, sola instaló la capilla fúnebre, sola la veló, sola le lloró y ningún vecino la acompañó. Al otro día vino la carroza y se lo llevó; ella no regresó y la vivienda quedó desocupada y fuimos nosotros quienes la ocupamos.

Mi mamá se levantaba muy temprano para ir al molino y hacer las tortillas que vendía; una mañana ya no oímos ruido, por lo que supimos que ya se había ido, eran como las cuatro de la mañana; de pronto entró una señora a la habitación, llevaba rebozo y una canasta de mandado en el brazo, la luz estaba prendida y vimos cómo nos miraba fijamente a mí y a mi hermana, pues las dos estábamos despiertas, no teníamos miedo, ya que mi papá dormía junto a nosotras. 

Al otro día, fue mi hermana la que le dijo a mi mamá lo de la visita, ella nos dijo: 

-No se espanten, fue la virgen que visita a las niñas buenas 

-¿Y para que las visita?

-para ver si tienen de comer

-con razón volteó a ver el costal de frijoles que trajimos del pueblo

Yo no dije nada; pensé: No fue la virgen porque a ella la conozco bien, pues la he visto muchas veces, en la iglesia; ésta debe ser una señora que vive por acá y me voy a proponer buscarla para saber quien es. 

Así pasaron los días, los meses y los años y jamás la volví a ver, mis padres inmediatamente buscaron otro cuarto, aunque en la misma vecindad, pues estaban seguros de que habíamos visto el fantasma de la anterior inquilina que murió poco tiempo después que su hijo.